Víctor López Seoane, un excepcional humanista decimonónico.

 

El ferrolano Víctor López Seoane y Pardo Montenegro, nacido en Ferrol en el año 1832 y fallecido en A Coruña en 1900, fue uno de los naturalistas gallegos más importantes del siglo XIX, así como un verdadero humanista en el sentido estricto de la palabra. Sus contribuciones taxonómicas más importantes correspondieron a la flora, la herpetología, la entomología y la ornitología. Durante toda su vida acumuló una enorme cantidad de animales y plantas disecados hasta poseer una inmensa colección, probablemente una de las mayores que existieron en España en ese siglo, y cuyos especímenes se hallan en la actualidad distribuidos por distintos museos de historia natural europeos. En particular, en la Casa de las Ciencias de la Coruña, se encuentra una pequeña parte de este material.

Sus primeros estudios universitarios, llevados a cabo en Madrid, estuvieron enfocados en las carreras de medicina y ciencias naturales, las cuales comenzó de manera simultánea. Realizó las primeras investigaciones originales en Andalucía, adonde acudió para continuar sus estudios de medicina, publicando el Catálogo de las aves observadas en Andalucía, del cual se sacó una posterior revisión.

 

 

Así que terminó la carrera de Medicina, ocupó en el Instituto de la Coruña las cátedras de ‘Elementos de Física y Química’ y ‘Nociones de Historia Natural’, donde creó un gabinete de historia natural. Posteriormente se mudó a Ferrol, para trabajar como médico en distintas instituciones.

Más tarde se casó, y pasó a tener una dedicación como empresario agrícola, dejando de ejercer la medicina, momento en el que pudo concentrarse en sus observaciones naturalistas, publicando en 1870 un catálogo sobre Aves nuevas en Galicia, en el que se citó por primera vez el pito real. En 1891, caracterizó de manera definitiva las dos subespecies de perdiz que hay en Galicia. Toda esta ingente actividad no le impidió licenciarse en la carrera de Derecho y proseguir su actividad investigadora.

 

 

Víctor López Seoane fue una personalidad de renombre en Europa, aunque actualmente sea poco conocido, motivo suficiente para ensalzar y reivindicar su figura, lo que tomo como objeto de este artículo. En su tiempo no existía Internet, pero aún así, sí existía el correo ordinario, y rondando el cambio de siglo el telégrafo, con lo que los científicos y sabios de entonces se comunicaban entre sí para obtener opiniones de otros colegas acerca de los descubrimientos e investigaciones que realizaban. Seoane colaboró con personas de la talla de Charles Darwin y de Alexander von Humboldt, dado que atesoraba un objetivo conocimiento de la zoología y flora ibéricas de aquel entonces. Otros importantes sabios con los que entabló contacto fueron Jacques von Bedriaga, Raphael Blanchard, Ignacio Bolívar y Urrutia, Odón de Buen, George Albert Boulenger, Lorenzo Camerano, Mariano de la Paz Graells, Anton Dohrn, Ernst Haeckel, Ragnar Hult, Albert Günter, Juan Lembeye, Fernand Lataste, o Heinritch Moritz Willkomm, entre otros.
También obtuvo reconocimiento, y lo que es más importante quizás, lo obtuvo en vida. Fue elegido como uno de los secretarios del primer Congreso Internacional de zoología, celebrado en la Exposición Universal de París de 1889. En la Exposición Universal de la misma ciudad del año 1878 había participado como concurrente, siendo la persona que obtuvo más galardones. El ferrolano acudió con siete colecciones: granitos, maderas, materiales de construcción, legumbres, cereales, reptiles y bebidas fermentadas. Todas estas colecciones resultaron premiadas.

 

 

A lo largo de toda su vida, Víctor López Seoane reunió una inmensa colección sobre la naturaleza, superando las 10000 piezas, abarcando animales, plantas, fósiles y minerales, y siendo la parte dedicada a los insectos la de mayor peso. Esta herencia de incalculable valor permaneció olvidada en la casa del naturalista tras su muerte en el año 1900. Su colección fue cedida al Ayuntamiento de la Coruña por la heredera, en el año 1972. Con la creación de la Casa de las Ciencias de A Coruña en el año 1985 se logró hallar un cauce donde exhibir este importantísimo capital, legado de este excepcional humanista decimonónico, en general poco conocido hoy en día a pesar de los medios digitales que existen, por haber ejercido su influencia hace casi dos siglos.

Dos especies animales tienen hoy su apellido como partícula de especie. La víbora de Seoane, en sus dos subespecies reconocidas: Vipera seoanei seoanei, y Vipera seoanei cantabrica, que son las subespecies de víbora endémicas de la cornisa cantábrica española.

Tal y como es mi costumbre, no voy a entrar en los litigios en vida de esta persona, existen pruebas documentadas por parte de publicaciones del CSIC, (véase ‘Naturalistas en debate’, V.V.A.A., editado por Emilio Cervantes Ruiz de la Torre), de que Víctor López Seoane no fue todo lo honesto que debería haber sido en algunas ocasiones, (aunque tampoco se quedaban mancos sus litigantes). Pero, aunque las palabras de tal institución suelen sentar cátedra, no voy a desglosar aquí las acusaciones que se le vierten, sus faltas para con otros científicos, ni su afán de destacar, porque en la ciencia como en todo, el hombre al final es siempre un hombre, y su buscada perfección como ser siempre revienta por algún lado. En cualquier caso, sí tenemos una prueba palpable y visible de su buen hacer, que son las piezas de su inmensa colección, y por supuesto, no me parece justo destapar los defectos ahora, ciento veinte años después de su muerte, cuando él no puede defenderse, y sabiendo que su material está dando su servicio a instituciones españolas y extranjeras que promueven el conocimiento de la ciencia

 

 

 

Créditos de los datos históricos: biblioteca personal, Enciclopedia Espasa-Calpe; Wikipedia; artículo del periódico digital La opinión enlace al artículo

Créditos de las fotografías: Wikipedia, fotografía de Víctor Seoane; fotografía de víbora de Seoane Vipera seoanei seoanei; biblioteca personal, facsímil de separata del tomo VI de Anales de la sociedad española de historia natural, 1877.

 

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