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Colección Cómo hacer, de la editorial Plesa. (III).

 


 

Tercera y última entrega de las maravillosas portadas de la colección Cómo hacer. Porque en el fondo todos llevamos un niño dentro.

 


 

Colección Cómo hacer, de la editorial Plesa. (II).

 


 

Segunda entrega de las preciosas portadas de la colección Cómo hacer. Y sabiendo que lo único que existe es el ahora, aunque también es perfectamente lícito recrearse en los buenos momentos del pasado.

 


 

Sir Tim O´Theo

 

 

El trazo maestro del barcelonés Joan Rafart, más conocido como Raf, complementado con los hilarantes guiones de Andreu Martín, quien posteriormente ha trabajado también como novelista, con la ayuda de algunos otros colaboradores a partir de 1974, entre los que se podría citar a Tom y Tha; dieron vida entre el número 23 de la revista Mortadelo (1971), el número 7 de Súper Pulgarcito (1971) y el Mortadelo Extra de Verano del mismo año a los cómics de Sir Tim O’Theo. Esta serie de historietas gozó de gran popularidad desde su creación, hasta la disolución de la editorial Bruguera, y fue bautizada en alusión al personaje principal, Sir Timoteo Archibaldo O’Theo; aristócrata británico retirado de carácter arrogante, y que ocupa su tiempo con la investigación de cualquier suceso misterioso que suceda en Bellotha Village, lugar en el que vive. Acompañado por su inseparable mayordomo Patrick Patson, con el que mantiene una relación de amistad que se remonta a los tiempos coloniales, y con quien convive en la mansión señorial Las Chimeneas, dedica sus días a su afición de detective, para disgusto del sargento Blops, que es la autoridad policial del lugar. Blops es un personaje de escasa capacidad, que en la compañía de su ayudante el agente Pitts, tolera de mala gana las actividades de Sir Tim. El resto de personajes secundarios es muy variopinto y en conjunto se establece una representación de la población de lugareños de lo que podría ser una localidad rural británica, en la cual no falta el Burgomaestre (el alcalde); el dueño del pub the Crazy Bird, llamado Huggins; y la potentada viuda Lady Margaret Filstrup; así como otros imprescindibles representantes de la clasista Gran Bretaña, como Foody, un criador de cerdos; Mac Rhácano, dueño de una tienda de empeños; Red Mendón, el zapatero; el doctor Pottingham; los villanos a los que se enfrenta sin mucho éxito Sir Tim –Blackiss Black y Jo Robber-; y donde no falta incluso la presencia de dos espectros, más concretamente el fantasma Mac Latha, aficionado a tocar la cornamusa, que se deja ver a menudo por Las Chimeneas; y el espectro del mayordomo Perkins, que prestó sus servicios en vida a la viuda Filstrup.

El grupo de Rafart se inspiró, como no podía ser de otra manera, en las conocidas sagas detectivescas ambientadas en la campiña inglesa; y así se puede vislumbrar en las historietas de Sir Tim O´Theo la influencia de los relatos de Conan Doyle (Sherlock Holmes), lo que se pone de manifiesto a menudo en las viñetas cuando Sir Tim pronuncia las palabras “Elemental, querido Patson”, así como de las novelas de Agatha Christie y de G.K. Chesterton, cuyo protagonista era el padre Brown. Y en esencia, lo que los autores consiguen es una recreación bastante detallista y acabada, aderezada con un sarcasmo manifiesto, de la sociedad británica, bajo la forma de parodia gráfica, que consigue gracias a los soberbios guiones de Andreu Martín verdaderos clímax humorísticos, por lo extravagante de las situaciones que se van sucediendo.

A pesar de que la mayoría de las aventuras de los dos protagonistas de la serie suceden en Bellotha Village, los autores de estos cómics los llevaron además por diferentes viajes a lo ancho del mundo, así existen historietas que se desarrollan en países como la India, Holanda, España, o incluso alguna vez en el Mar Caribe. En conjunto, la creación de Raf y Martín se desarrolla en seis aventuras largas, que fueron publicadas de forma fragmentada, aunque la gran mayoría de los cientos de historias ocupaban entre 2 y 7 páginas, apareciendo impresas en las revistas más populares de la Editorial Bruguera (Súper Mortadelo, Bruguelandia, Mortadelo Gigante, Súper Zipi y Zape, etcétera…).

Del principal artífice de Sir Tim O’Theo, el dibujante Joan Rafart, se pueden decir bastantes cosas; por ejemplo, que al igual que les sucedió a otros dibujantes consolidados, tuvo una vida laboral previa, como empleado en una oficina, que cambió a los 26 años por su pasión y buenas dotes para el dibujo. Comenzó su evolución como historietista en la serie de cómics de aventuras “El zorro”, aunque a partir de 1955 se centró en el género humorístico, para el solaz de los múltiples seguidores que tuvo en la segunda mitad del siglo XX. Para la Editorial Bruguera produjo series como El capitán Aparejo, zoquete como un cangrejo, o Doña Lío Portapartes, señora con malas artes. También colaboró en el género del cómic infantil con la agencia británica Bardon Art, y con la revista chilena Pingüino. En 1966 fue solicitado por Bruguera, para su retorno a la editorial que lo había visto nacer como dibujante, siendo a partir de entonces el creador de diversas series que tuvieron notable éxito, entre las cuales la que tal vez haya sido la más destacada es la que protagoniza esta entrada, Sir Tim O´Theo, en la que trabajó de forma exclusiva desde 1976, no sin dejar de prestar su colaboración a revistas como Historias de la Puta Mili o El Jueves, y a algunas producciones de animación (D’Artacan). El también barcelonés Andreu Martín, por su parte, fue guionista en la Editorial Bruguera entre 1969 y 1974, destacando por su versatilidad a la hora de la guionización de géneros muy dispares, que mantuvo posteriormente en su labor como escritor, faceta en la que sus principales aportaciones se centraron en la novela negra.

Las tiras expuestas en esta entrada se corresponden, respectivamente, a dos de las más conocidas historietas de Sir Tim O´Theo; más concretamente “La verruga de Sivah” (arriba), y “El sarcófago de Thuru-rut” (abajo).

 

 

Mortadelo y Filemón, agencia de información

 

 

En una época verdaderamente complicada a todos los efectos como fue la postguerra española, con dificultades limitantes como la carestía de papel o la propia censura, en el año 1947 la Editorial Bruguera relanzó de nuevo su popular publicación Pulgarcito. Por sus páginas se desgranaban las aventuras de los más simpáticos personajes, creados por verdaderos humoristas con mayúsculas, como por ejemplo Escobar (con Zipi y Zape, y con Carpanta), Peñarroya (con Gordito Relleno o Don Pío), Cifré (el repórter Tribulete), y Vázquez (las hermanas Gilda). Fue por aquel entonces, unos años más tarde, cuando una estrella con luz propia, que a la sazón era un empleado en el Banco Español de Crédito, alumbró a dos personajes del cómic que llegarían a ser los más populares a nivel mundial dentro de las creaciones patrias, me estoy refiriendo a los geniales Mortadelo y Filemón, dos ineptos detectives que con el paso de los años fueron rodéandose de una pléyade de personajes a cual más desternillantes.

La creación de Francisco Ibáñez fue publicada por primera vez en el número 1394 de Pulgarcito (edición de 20 de enero de 1958), y llevó como título el que finalmente resultaría el definitivo, esto es, “Mortadelo y Filemón, agencia de información”. El magnífico talento de Ibáñez daría a luz años más tarde a otras colecciones de viñetas que también llegaron a ser populares, como por ejemplo 13, Rue del Percebe; Rompetechos; El botones Sacarino; o Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio; aunque la serie más aplaudida de Ibáñez ha sido siempre Mortadelo y Filemón.

Poco se puede decir ya que no se haya comentado de estos dos garrulos detectives, representaron el despertar del afán de lectura en la infancia de los niños españoles de la segunda mitad del siglo XX, sus aventuras se leían y se disfrutaban –y se siguen disfrutando- con la misma facilidad espontánea con la que se come el plato favorito, han arrancado verdaderas carcajadas en sus aventuras más hilarantes (todavía me acuerdo de lo bien que me lo pasé leyendo por primera vez “El sulfato atómico”), y representan una de las mejores manifestaciones del cómic español de todos los tiempos.

En el año 2008 se celebró el 50º aniversario de estos personajes, y hay que reconocerle el mérito a Francisco Ibáñez de saber reinventar continuamente a los detectives de la T.I.A. y de tener la capacidad para adaptarlos a las distintas épocas en las que salieron al quiosco. No sólo Ibáñez es un excelente dibujante, sino que además se puede asegurar sin temor a equivocarnos que es un maestro del humor, los gags que aparecen en las aventuras de Mortadelo y Filemón están impregnados de la rotunda vis cómica de la que es poseedor su creador.

Aunque en un principio las aventuras no duraban más de cuatro páginas, a partir de finales de los años sesenta se evidenció que esta serie estaba “condenada” al éxito indiscutible, por lo que la editorial Bruguera e Ibáñez decidieron añadir más personajes al dúo inicial y convertir las cuatro páginas en aventuras largas de 44 páginas, al estilo de las historietas del ámbito francófono (Tintín y Astérix); con lo que Ibáñez tuvo que reconducir su talento para enfrentarse a este reto, pues conseguir una historieta perfectamente hilada de tal duración, manteniendo el pulso narrativo y cómico, sin repetirse, representa la necesidad de un gran ingenio, del cual el dibujante siempre hizo gala. Los que en el tanteo inicial habían sido bautizados como Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca; Lentejo y Fideíno, agentes finos; u Ocarino y Pernales, agentes especiales; quedando finalmente registrados en el “libro de familia” de Bruguera con su nombre definitivo de Mortadelo y Filemón; rodeados de otros personajes no menos cómicos como el Superintendente Vicente, el jefe de la T.I.A.; el profesor Bacterio; o la señorita Ofelia; han sabido arrancar las carcajadas de jóvenes (y no tan jóvenes, reconozco mi pecado) de distintas generaciones de hispanohablantes. Se han publicado sus aventuras en una docena de países y han sido los protagonistas en una cifra de alrededor de 200 álbumes, siendo objeto actualmente de continuas reediciones a cargo de otras editoriales –por la disolución de la Editorial Bruguera en el año 1986- que le ponen los dientes largos a los coleccionistas de cómics clásicos. Da la sensación que la forma de mortadela que da nombre al miope personaje y el filete de los tiempos de las cartillas de racionamiento (Filemón), quedarán grabados en la impronta de nuestras vidas como la inspiración de los nombres de aquellos genuinos, carismáticos e hilarantes hijos del simpar Francisco Ibáñez, un verdadero maestro en su oficio, y que nos arrancaron la sonrisa en algunos de nuestros mejores momentos vitales. ¿Qué sería de nosotros sin la sonrisa o la carcajada?. Pues no seríamos nada.

En la imagen superior reproduzco una tira cómica de la aventura señera dentro de la producción de Ibáñez, a mi corto entender, “El sulfato atómico”. En la imagen inferior otra tira de otra de sus mejores historietas, “Contra el gang del Chicharrón”.

 

 

Feliz 50 cumpleaños, Astérix & Co.

 

 

Recientemente, hace escasos días, se han cumplido los 50 años de la creación de uno de los clásicos del cómic, cuyo protagonista es el conocidísimo Astérix, que junto a Obélix, Panorámix, y los demás galos luchaban contra la invasión romana en un pequeño reducto de la Bretaña. Ha sido un cumpleaños muy esperado y celebrado, dado que estos personajes han entretenido ya durante cinco décadas a jóvenes y no tan jóvenes de todo el mundo.

Astérix es una serie de cómics cuyo guión corre a cargo de René Goscinny, mientras que el dibujo era cosa de Albert Uderzo, y salió a la luz allá por el 1959. Como ya he mencionado en su día, yo soy más de Tintín, pero por supuesto que no les hago asco a estos galos tan simpáticos. Ambas series de cómics pueden presumir de ser los más leídos, sobre todo en el ámbito francófono (Tintín era belga y Astérix francés), aunque es sobradamente conocido el hecho de que fueron  traducidos a una cantidad increíblemente variada de idiomas.

También es conocida la trama que subyace a estos cómics: tratan la resistencia que una aldea de galos opone al imperio romano, valiéndose para ello entre otras cosas de una pócima que prepara el druida Panorámix y que los dota de grandes poderes. La aldea gala está rodeada por cuatro campamentos romanos que se las ven y se las desean para acabar con los galos, pero la pericia de éstos así como la famosa pócima hacen siempre infructuosos los imperiales deseos. En todas las historietas se observa un claro componente cómico.

Mis felicidades a estos simpáticos personajes. ¡¡¡ Feliz 50 cumpleaños !!!

  

Las aventuras de Tintín

 

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Me encantan los cómics de Tintín. De  hecho son mis cómics favoritos. Parece como si aquí en España o eres de Tintín, o eres de Mortadelo o eres de Astérix. Yo me quedo con el primero, aunque no le hago ningún asco a los otros dos. De Tintín se han dicho muchas cosas, incluso se ha especulado continuamente acerca de su supuesta homosexualidad. De todas formas por cada persona que pretende esto hay otras que pretenden lo contrario, y ambos bandos con pruebas ilustradas.

El personaje de Tintín fue creado por Georges Remy (seudónimo Hergè), y fue el protagonista de 24 álbumes dibujados entre 1930 y 1976. Tintín es ya un icono del Siglo XX.
Es de reseñar que el proceso de elaboración de los álbumes por Hergè era muy minucioso, ya que se documentaba a la perfección sobre los países visitados por su héroe antes de acometer la tarea de crear sus aventuras. Tintín viajó por los cinco continentes, acompañado por su inseparable Milú, y por una amalgama de otros personajes, cada uno con su encanto particular (Hernández y Fernández, Haddock, Bianca Castafiore, …).

El estilo que Hergè usa en sus cómics se viene denominando «la línea clara» y se basa en colores planos sin matices y sin efectos de sombra o de luz. Es un estilo basado en cómics americanos de principio de siglo XX.

¿Hay alguna edad para leer estos cómics? Yo creo que se pueden leer absolutamente a cualquiera edad y que la relectura incluso resulta siempre gratificante. Leí la obra completa con 10 y 11 años.  La releí con 15 y 16 años. Hice una segunda relectura a los 33 años. Y no me he aburrido de Tintín. Forma ya parte de nuestra cultura.