Archivo de 23 marzo 2011

(16)- El libro sagrado

 

Los bólidos encienden los trazos

de la Sublime Escritora, ¿ves su luz allí?.

No es el carmesí del poniente,

el rubescente color de la doncella

que se asoma a su penumbrosa galería,

ahora miríadas de astros nos contemplan,

miríadas de luces de millones de siglos,

la doncella duerme mientras los grillos

nocturnos invocan a sus lejanas deidades.

No es el carmesí del poniente,

es la lágrima instantánea la que consideras.

La lágrima de la que ahora sueña.

La estrella fugaz de un noble sentimiento.

Testigos de las eras enmudecidos nos examinan

desde las ignotas e incomprendidas bóvedas.

Ahora observa el lento planeta errante.

Sus epiciclos fueron descritos por los

siete sabios del Mundo Antiguo,

pero más de eso no fue penetrado

su opaco e inmemorial misterio.

Lo efímero y lo eterno comulgan

de la antigua idea del Cosmos.

Hay tanta majestad en lo infinito

de los magníficos Cielos.

Pulsan lejanos y desconocidos cuerpos,

y sus minúsculos y despreciables ecos

atraviesan los espacios abarcando

nuestras insomnes pupilas,

reverberan las llamaradas de fuego

que se cuecen en los hornos estelares

e impertérritos las percibimos sin inmutarnos.

La leche de la doncella, la leche de Era

cruza el vasto dominio de las esferas,

guió a los marinos y mercaderes errabundos

en sus mundanos comercios y aún ahora

la vemos amamantando a sus retoños.

Cuenta con tu mecanismo los segundos,

segundos pasados serán, ni siquiera te

proveerán de más sabiduría,

La infinitud mantiene su viejo libro a buen recaudo,

el viejo libro de innúmero volumen

donde el Universo se describe sin prisa a sí mismo,

el libro de inacabables poemas de amor,

donde la anciana y sabia doncella se festeja,

recreándose en cada insignificante línea,

el amor a sí misma la obnubila.

Y guía el curso de los acontecimientos

a su más libre antojo.

¿Qué sabrá esa caprichosa chiquilla

de lo bueno y de lo malo?.

Sólo se asegura de escribir en ciclos,

pues pretende un manuscrito

sin justicia ni pasión, sin principio ni final,

es el libro sagrado de la Anciana Escritora.

 

© El rostro sagrado, SergeantAlaric, 2012.

 

Visita al Museo Nacional de Ciencias Naturales: (3).- El Real Gabinete

 

Continúo la serie de artículos dedicados al Museo Nacional de Ciencias Naturales exponiendo unas cuantas fotos que he tomado en el Real Gabinete, comenzando con una fotografía de varios ánades rabudos, que son aves pertenecientes a la familia de las anátidas.

 

 

 

El críalo es una ave que habita en la parte meridional de España, y que al igual que el cuco, tiene hábitos nidoparásitos, esto es, el huevo es puesto en el nido de otra ave, y es criado por los verdaderos inquilinos del nido. De ahí le viene el nombre.

 

 

 

Los abejarucos, a los que ya dediqué un apartado en esta web, tienen costumbres gregarias y habitan en colonias ubicadas en taludes arenosos, a la orilla de carreteras o en los ríos. Son unas aves de especial vistosidad y colorido.

 

 

 

Los mórfidos es una familia de lepidópteros que habitan zonas selváticas y que se distinguen con mucha facilidad por ser de distintas tonalidades de azul, que además tienen más o menos brillo dependiendo del ángulo con que los observemos.

 

 

A continuación, dos tomas de las vitrinas del Real Gabinete desde dos puntos diferentes.

 

 

 

También los coleópteros tienen un hueco en esta parte del museo, y la siguiente imagen lo atestigüa.

 

 

Y paso de nuevo a las aves: lo que sigue es un diorama que refleja un nido de gallineta común, con ambos consortes próximos a los huevos.

 

 

 

El torcecuello es un pájaro bien curioso. Tiene costumbres que lo podrían emparentar con los pájaros carpinteros, por el hecho de que suele anidar en cavidades, las cuales ya estaban construidas de antes. Tiene una lengua larga al igual que el pito real, y de la que se aprovecha como aquél para conseguir las hormigas de los hormigueros que sondea. El nombre de torcecuello viene dado por la costumbre que tiene de girar el cuello en un ángulo prácticamente imposible para cualquier otra especie ornítica, acompañando estos movimientos del cuello en forma de espasmos con un erizado del plumaje del píleo. Se ha demostrado que detrás de este hábito existe una adaptación biológica que le da la capacidad de espantar a sus depredadores naturales, de hecho la combinación del cuello torcido mediante movimientos bruscos, de embestidas con el pico, del píleo erizado y del colorido de su plumaje lo hacen parecerse a una culebra en acción de ataque.

 

 

Las dos fotos siguientes representan a una pareja de escribanos soteños (la primera) y un diorama con el nido de dos mirlos (la segunda). Obsérvese que la hembra, la que empolla los huevos, es de una tonalidad que tira más a marrón oscuro, mientras que el macho tiene librea negra.

 

 

 

 

Las tres fotos siguientes son cajas entomológicas con distintas especies de mariposas tropicales, a excepción de la tercera, que representa al lepidóptero Graellsia Isabellae, descubierto aquí en España por el científico Graells.

 

 

 

Para ya finalizar, la última fotografía se corresponde con un lobo marsupial, una especie que ya está extinguida en el mundo.