Archivo de julio 2011

Serpico

 

 

Dirigida en 1973 por Sidney Lumet, y basada en una novela escrita por Peter Maas inspirada en hechos reales, Serpico es una película protagonizada por un joven Al Pacino, en una de sus interpretaciones magistrales –posterior a su papel en “El padrino”-, que lleva a la pantalla la canallesca y corrupta conducta de la policía de ciertos distritos de Nueva York en los años 70. Los agentes recibían sobornos por parte de los peces gordos a cambio de dejarles actuar a sus anchas, sobornos de gran cuantía que eran repartidos entre los propios policías, contando con la protección de sus superiores, que todavía estaban metidos en chanchullos peores, y que en general, formaban una trama que desentona en un contrastado claroscuro con la honradez y honestidad a prueba de balas de un joven policía fiel en todo momento a los principios a los que se entregó al jurar el cargo, un policía de raíces italianas que se ve envuelto en un clima altamente opresivo, y que le provoca un claro conflicto personal, en el que debe optar por obrar rectamente de acuerdo con una ética que el sentido común “más común” no aconsejaría seguir, a costa de “delatar” –y lo pongo entrecomillado porque en ningún momento llega a nombrar a nadie en particular ante las autoridades- a sus propios compañeros de departamento, y con las taras añadidas de la degradación y ruptura de su relación con las dos compañeras sentimentales que tiene en el transcurso de la película, y aún más, la tara de su propia salud física y anímica. La interpretación de Al Pacino, que fue merecedora de una nominación al Óscar al mejor actor –la película también fue nominada al mejor guión adaptado-, no representa un héroe estereotipado ni perfecto, pero –y es ahí donde reside el encanto del film- sí un ciudadano de enorme integridad, un tipo de persona que ha escaseado siempre –que tire la primera piedra quien no haya alguna vez antepuesto una norma o regla injusta o inmoral, entendiendo la moralidad como lo que dicta el sentido común de lo que es bueno y de lo que es malo en una versión correspondiente a la intersección, núcleo o máximo común divisor de las éticas individuales, (tanto si esa pauta de conducta nos es impuesta como si es voluntaria)-, y Serpico manifiesta esa extraña integridad con todas las consecuencias vitales que le acarrean, que pasan por la asintonía agresiva con la mayor parte de los agentes con los que se va cruzando y por su decisión final de deserción y comienzo de una nueva vida alejada de tales conflictos. Vista en conjunto, esta película es una gran película, donde lo más flojo quizás sean los actores secundarios, pero cuya actuación en ningún momento devalúa el producto en su globalidad.

24 años después, en 1997, fue dirigida por Curtis Hanson otra película con una temática y guión con cierto parecido, pero independientes, se trata en este caso de L.A. Confidential –la corrupción se halla en este caso en Los Angeles-, protagonizada por Russel Crowe, Kim Basinger y Guy Pierce, y que obtuvo una gran acogida de la crítica y una merecida colección de premios.

He visto las dos películas recientemente y creo que se trata de dos films excepcionales, por conjugar la acción, los sentimientos y voluntades encontrados, y unas interpretaciones magistrales de los actores que los simulan a la perfección. Otra película –más actual, año 2007- también muy recomendable en esa misma línea de la pulsión entre lo antiético políticamente correcto y la integridad en estado puro es Michael Clayton. Aunque a mí personalmente George Clooney nunca me ha entusiasmado, tal vez por haberlo encasillado en base a películas insustanciales en las que ha participado –que para pasar el rato sirven pero para poco más- debo reconocer que me ha fascinado en su papel protagonista en este film que he citado, pues casi se llega a leer en su cara la cal y la arena simultáneas de las situaciones que vive.

Así pues, aquí quedan reseñadas tres buenas películas que merecen ser visionadas y re-visionadas en cualquier momento.

 

Tipos de motores de combustión interna y métodos para aumentar el rendimiento

 

 

Los motores de combustión interna de cuatro tiempos suelen clasificarse básicamente en dos grupos; así podemos decir que son de explosión cuando en los pistones se inyecta una mezcla de gasolina y aire en la fase de admisión a través de la válvula del mismo nombre, que es absorbida por el vacío que deja tras de sí el movimiento descendente del pistón, y que es comprimida en la fase de compresión, mientras sube el pistón. Una vez comprimida la mezcla en la cámara de compresión, se le aplica una chispa en el comienzo del tiempo de explosión, tras el cual el pistón desciende hacia abajo por mediación de la energía liberada en la oxidación de la gasolina, y vuelve a subir de nuevo expulsándose los gases resultantes de dicha reacción del carburante a través de la válvula de escape. Para reducir la barrera de potencial entre los reactivos de la reacción química –gasolina y aire- y el nivel energético del complejo activado –mezcla homogénea de los reactivos-, y así proporcionar la energía de activación, se utiliza la presión del aire inyectado, que a volumen de aire decreciente y presión creciente –crece al subir el pistón- consigue aumentar su temperatura, como se puede razonar por la ley que Robert Hooke, Boyle y Gay Lussac descubrieron en relación a las propiedades elásticas de los gases comprimidos. La detonación queda reservada para la chispa, y se libera una energía motriz eficaz que es igual a la diferencia entre el nivel de los reactivos y de los productos –gases que se expulsan en el tiempo de escape-, a la que se le deben sustraer las pérdidas por rozamientos y calor radiado en todo el motor. Debido al empleo de la chispa y a que la gasolina tiene un “poder anti-detonante” más bajo que el gasóleo, por ser más fácilmente inflamable, los cilindros de los motores de explosión tienen una cámara de compresión más grande que los motores de combustión de gasóleo, ya que de lo contrario la mezcla explotaría antes de aplicarse la chispa. Este ciclo completo se corresponde con dos emboladas –o movimientos baja-sube del pistón- y con dos vueltas del cigüeñal.

Por su parte, los motores de combustión de gasóleo funcionan esencialmente igual que los motores de explosión, con la gran salvedad de que en vez de aplicarse una chispa, se utiliza una cámara de compresión pequeña y un cilindro más grande, para que la mayor cantidad de aire en relación al motor de explosión, quede muy comprimida, de tal forma que simplemente con introducir el gasóleo muy pulverizado mediante un inyector en la cámara de compresión, y debido al alto calentamiento del aire por hallarse en gran cantidad en una pequeña cámara, es suficiente para que se inicie la reacción de oxidación del gasóleo.

Hoy en día para optimizar el rendimiento del motor, que va en relación directa con una cantidad de combustible no quemado y por tanto desperdiciado mínima, se usan fundamentalmente dos métodos, a saber, la inyección en lumbrera y la inyección directa. La inyección en lumbrera, que se aprecia en la figura superior, consiste en que el inyector rocía el combustible en la propia corriente de aire, que procede del filtro de aire y que pasa a través del estrangulador. De este modo la mezcla penetra en el cilindro, y una vez comprimida, la chispa de la bujía la inflama. Si queremos aumentar la potencia con este esquema debemos suministrar más cantidad de aire y gasolina, actuando sobre el estrangulador y el inyector.

 

 

Por su parte, en el mecanismo de inyección directa, el propio inyector introduce a alta presión la gasolina en la cámara de combustión, estando ya el aire comprimido, con lo que la gasolina se vaporiza y se quema en más plenitud que con el mecanismo de lumbrera, ahorrándose así combustible para una misma potencia entregada. La inyección directa requiere un mayor control que el mecanismo de lumbrera. Se representa este esquema en la segunda imagen.

La tendencia futura consiste en el encendido por compresión de mezcla homogénea, en el cual mientras el pistón asciende se inyectan el aire y el combustible, comprimiéndolos el primero, y así la combustión se arranca sin necesidad de chispa. De esta manera la mezcla arranca la explosión en muchos puntos diferentes, perdiéndose menos energía en forma de calor, con el consiguiente aumento de rendimiento. Para mayor potencia se podría usar también una bujía. Este mecanismo requiere concienzudos controles mediante sensores, lo que lo hace más difícil de implementar. En la siguiente imagen aparece la representación de este esquema de encendido.

 

 

Ahora bien, si lo que queremos es una alta potencia, debemos tener en cuenta que para poder quemar más combustible en un mismo intervalo de tiempo, habremos de aplicar más calor al mismo para poder encenderlo, y esto se consigue inyectando aire a alta presión en el cilindro. Una forma de hacerlo es mediante el turboalimentador o “turbo”, que aprovecha el ímpetu de los propios gases resultantes de la oxidación del combustible para acelerar una turbina solidaria –en el mismo eje- a un compresor, cuyas aspas sirven para acelerar a su vez el aire e inyectarlo a alta velocidad en el cilindro, consiguiéndose un gran volumen de aire comprimido en la cámara de combustión que lógicamente es capaz de entregar más energía térmica al combustible para el quemado de una mayor cantidad del mismo en menos tiempo –con el consiguiente aumento de potencia-. El inconveniente de este método de encendido es el tiempo de retardo que es indispensable para que los gases de escape logren acelerar la turbina, y por consiguiente son necesarios controles sofisticados en este mecanismo. La siguiente figura representa un turboalimentador.

 

 

Como remate de esta entrada, y como mejora del esquema del turboalimentador, hablaré del sobrealimentador, que es un mecanismo consistente en un rodete movido por una correa conectada al cigüeñal del motor, que absorbe el aire exterior y lo comprime, entregándolo comprimido al cilindro en el tiempo de admisión, de tal manera que no existe el retardo de tiempo que se producía en el esquema por turboalimentador, con la desventaja de conseguirse menos eficiencia que la que se conseguía con aquél.

 

 

Fuente de las imágenes de esta entrada : Revista de divulgación científica “Investigación y Ciencia”. Edición de mayo de 2010.

 

Yo también estoy indignado, pero con reservas

 

Copio a continuación el poema “No son tiempos de Pigmalión y Galatea”, perteneciente a mi poemario “El rostro sagrado”, como muestra de solidaridad con los indignados de todo el mundo, pero sólo con aquéllos que han hecho sus reivindicaciones de modo pacífico y sin alteración del orden público. Este movimiento originalmente organizado de manera pacífica dio ejemplo a la sociedad de cómo se puede reclamar un mundo mejor y posible, pero no estoy de acuerdo bajo ningún concepto con el uso de las malas artes para tal fin, por lo que mi adhesión a las formas en las que pueda derivar estará siempre condicionada a los modos de su operativa. Dedicado especialmente al movimiento 15-M en su planteamiento original, no como digo al posible movimiento indignado “indignante”, y con la esperanza de que se logre mejorar la antiética y mala situación que estamos viviendo, ya sea motivada por acciones voluntarias fuera de los cauces legales o por la propia evolución de la economía. Que nadie se de por aludido en particular en las líneas de este poema, es una simple crítica a las irregularidades del sistema establecido, pero sólo a las irregularidades, pues no me cabe ninguna duda de que entre la clase política también habrá gente honrada.

 

“No son tiempos de Pigmalión y Galatea”

 

No son tiempos de Pigmalión y Galatea, no, no lo son,

se libra una batalla sin lanzas ni escudos, la muerte es lenta y dolorosa,

ténlo presente si quieres sobrevivir,

se parapetan los soldados tras las esquinas,

los huesos temblorosos le reclaman al mendigo,

escarba su mísero alimento entre los restos con demasiada frecuencia,

el mariscal dirige a sus desmejorados ejércitos,

los guerreros de la más cruenta lucha que jamás ocurrió, las huestes

de famélicas ancianas, de jóvenes músicos con la mano tendida,

de carismáticos empleados venidos a menos, de heroinómanos desdentados,

de alargados individuos de ochenta libras, de prostitutas moribundas,

avanzan sigilosamente por esta maraña de callejones y parques y cementerios,

no saben donde les espera su mariscal blandiendo la güadaña,

en qué rincón habrán de acatar la orden postrera,

coloca tu linda cabeza sobre esta piedra, aquí en el cadalso,

el verdugo no se apiada de ellos,

y mientras tanto señores de alto linaje se pavonean y se sonríen, organizan bailes,

el verdadero baile lo tenemos ahí afuera,

los ministros se ufanan de dirigir la contienda, adquieren relojes,

los verdaderos relojes están en las vísceras, hay muchos por ahí a precio de saldo,

se vende un riñón a buen precio, necesito seguir viviendo,

los importantes presidentes viajan y se reúnen y deciden, no es fácil, claro,

merman los ejércitos cada segundo que fluye, la batalla no tiene fin,

y los oficiales se entregan a sus cotidianos quehaceres,

se tratan con refinada diplomacia,

se dicen bellas palabras con retorcidas intenciones,

las arcas de algunos engordan sospechosamente,

los soldados del mundo agonizan mientras tanto,

en esta batalla universal de la vida y la muerte,

mas una cosa sé cierta, la tengo bastante clara,

ese tumulto de oficiales trajeados con sus galones bien a la vista,

de presidentes desmemoriados según a qué hora,

de ministros sin escrúpulos, ellos, ellos son el

verdadero ejército de pordioseros,

la verdadera miseria humana anida en sus abyectas miradas,

están ya podridas sus gastadas palabras.

 

 © El rostro sagrado, SergeantAlaric, 2012.

 

Visita al Museo Nacional de Ciencias Naturales: (4).- La sala Mediterráneo

 

 

En este apartado dedicado a mi visita al Museo Nacional de Ciencias Naturales, ubicado en Madrid, expondré algunas fotografías que he tomado allí en la sala Mediterráneo, que es el lugar donde se exhiben dioramas con animales disecados o conservados en formol representativos de la fauna ibérica. Así en la primera fotografía aparecen dos águilas imperiales, especie de la familia Accipitridae en grave peligro de extinción, que tienen preferencias por biotopos con arbolado, frente a sus primas las águilas reales, que suelen habitar terrenos montañosos, y que además de eso, por no ser tan eclécticas como aquéllas en la alimentación, pues preferentemente sus hábitos alimenticios se cubren con la caza de conejos -ya muy escasos en libertad en la península- han visto como sus efectivos se han reducido hasta el punto de ser una especie casi al borde de la extinción.

 

 

En la anterior fotografía se pueden apreciar unos representantes de una especie de la familia de los córvidos, más concretamente las carracas, dentro de su familia las de mayor belleza en la librea, y que reciben su nombre como onomatopeya del sonido que producen.

 

 

Esta imagen representa algunos ejemplares de especies de lepidópteros que o bien aparecen aquí en la península ibérica esporádicamente o que bien están perfectamente adaptados y la habitan en toda su etapa vital. En la fila superior las dos de la izquierda son las especies Papilio Machaon e Iphiclides Podalirius, de la familia Papilionidae. A su derecha hay una Artogeia Rapae, de la familia Pieridae, y también de esta misma familia, a su derecha, el macho seguido de la hembra de la mariposa Gonepteryx Cleopatra. En la segunda fila se pueden ver en la posición más a la izquierda a una mariposa monarca (Danais Plexippus), que entra dentro de las que se pueden observar muy raramente aquí, sólo como divagante; en el tercer lugar empezando por la izquierda aparece una Charaxes Jassius, que existe en las islas Baleares y en algunos enclaves peninsulares litorales, que es conocida como mariposa del madroño vulgarmente, y que pertenece a la familia Nymphalidae. Inmediatamente a su derecha se observa una Vanessa Atalanta, también de la familia Nymphalidae. En la fila tercera se exhiben algunos especímenes englobables en la familia de los Satíridos, y finalmente en la última fila se hace otro tanto con la familia Lycaenidae.

 

 

En la anterior fotografía se representa a un ejemplar joven de macho montés, especie de bóvido del género Capra que habita los territorios montañosos de los Pirineos y otras cordilleras ibéricas.

 

 

El lince ibérico (Lynx Pardinus) está en serio peligro de desaparición, es una de las especies más amenazadas dentro de España y Portugal. Las causas de la merma de esta especie han sido fundamentalmente la desaparición de su presa por antonomasia (el conejo) por las plagas de mixomatosis, los atropellos en carreteras, así como la caida en trampas destinadas a otros animales.

 

 

El halcón peregrino (Falco Peregrinus) es un ave de la familia de los Falcónidos, o halcones, que consigue picados de hasta 300 km/hora a la hora de cazar a sus presas. Es el ave que alcanza mayor velocidad en vuelo.

 

 

Las avutardas son unas aves genuinamente esteparias que en la península pueden contemplarse en Castilla-León y otras regiones, que pertenecen a la misma familia de los sisones (familia Otididae), y que hacen sus nidos directamente en el suelo.

 

 

Los rebecos (Rupicabra Rupicabra) son unos mamíferos ungulados que habitan terrenos montañosos y que presentan una clara diferencia con las cabras montesas y otras especies de la misma familia.

 

 

Las grullas (Grus Grus) pertenecen a la familia de los Gruídos, y se alimentan de semillas e insectos. Son aves migratorias que se desplazan grandes distancias para acudir a climas más benignos donde criar. Presentan en la época de cortejo un llamativo ritual con pavoneos y sonidos semejantes a los de trompetas, que se escuchan muy lejos de donde se hallan.

 

 

La anterior fotografía exhibe un diorama de una lobera con ambos consortes y sus lobeznos. El lobo (Canis Lupus) es otra de las especies más amenazadas en la Península, en este caso su costumbre de atacar rebaños de ganado doméstico para alimentarse ha sido el detonante para su persecución indiscriminada, que lo ha situado al borde la extinción.

 

 

El pato cuchara (Anas clypeata), que pertenece a la familia de las Anátidas, es un ave con una clara adaptación evolutiva para su alimentación. Al igual que otros ánades como el ánade real (Anas Plathyrynchos) o la cerceta común (Anas crecca), englobados en la clasificación de patos de superficie, se alimenta sin zambullirse o en último caso basculando su cuerpo pero no sumergiéndose. En su pico existen dos hileras de membranas a modo de tamices que filtran el agua posteriormente a su absorción en superficie con un llamativo movimiento de barrido superficial, quedándose la materia alimenticia dentro de su boca para ser así tragada. Es decir, su pico es una perfecta criba, que deja pasar el agua pero no el pláncton, los insectos y las semillas de los que se nutre. Es un ave migradora. En España es muy habitual en la invernada en lagunas de interior.

 

 

En la anterior fotografía aparece una familia de tejones (Meles Meles), que son unos mustélidos -misma familia de la marta, la garduña y la gineta- que habitan preferentemente en zonas de bosque próximas a praderas y laderas de montañas. Se alimentan de lombrices, frutos e insectos.

 

 

El búho real (Bubo bubo), que también posee como la carraca un nombre onomatopéyico, y cuyo canto es inconfundible en las noches, distinguiéndose claramente del de otras rapaces nocturnas como el cárabo o el autillo simplemente por sus emisiones sonoras, es la mayor de las aves de presa nocturnas en la península ibérica y aunque está muy extendido, prefiere los bosques y los acantilados para anidar.

 

 

En la fotografía precedente se aprecia una pareja de águilas reales, que prefieren las montañas frente a los bosques para su ciclo vital, y que no están tan amenazadas como las águilas imperiales, por ser menos específicas en su alimentación.

 

 

La anterior fotografía exhibe entre otras a tres especies orníticas genuinamente marinas, la de arriba a la derecha es el frailecillo, poseedor de un llamativo pico coloreado, el ave de abajo a la derecha es un cormorán (del género Phalacrocorax), y el ave de abajo a la izquierda, de píleo amarillento, es un alcatraz, que puede recorrer grandes distancias en vuelo sobre el mar.

 

 

Para ya finalizar, en la última de las fotografías de esta entrega, se aprecia un calamar gigante, del género Architeuthis, y de la familia de los cefalópodos, una especie muy raramente vista por el hombre, y en torno a la cual giran muchas leyendas que le llegan a atribuir tamaños descomunales. Habita a grandes profundidades marinas, donde apenas penetra la luz solar, y eso explica el que haya pasado desapercibido como especie para la Ciencia hasta hace relativamente poco tiempo.

Esto es todo de momento. El siguiente y último reportaje de este especial dedicado al Museo de Ciencias Naturales girará en torno a la figura del eminente naturalista y político español Mariano Graells.